24 may 2012

DESESPERANZA AGUIRRE

Qué gracia me ha hecho ver a la (des)Esperanza Aguirre pidiendo que se suspenda el partido de la final de Copa si se pita al himno de España, a la bandera, al rey o al principito. Y es que cada vez que abre la boca esta mujer sube el pan, como cuando dijo que los profesores tenían que trabajar más porque sólo lo hacían 20 horas, cuando la realidad es que la jornada laboral del profesorado es de 37,5 horas. En meteduras de pata así, la Aguirre es una experta. La presidenta de la Comunidad de Madrid, representa, con orgullo, el sector más ultraderechista del Partido Popular. No le tiembla el pulso a la hora de recortar por doquier, en Educación, Sanidad, Servicios Sociales, bajada de sueldos al funcionariado, etc. En fin, esta mujer, menos sus privilegios, lo recorta todo. El problema de esa clase de políticos sin escrúpulos es que les falta la capacidad de empatía. Esa cualidad que sirve para ponerse en otra piel y comprender los sentimientos ajenos. Pero como la señora Aguirre proviene de una familia aristócrata se cree que es oro todo lo que reluce. 
Como curiosidad, quiero comentar que Esperanza Aguirre es sobrina del gran Jaime Gil de Biedma, poeta, comunista, catalán y homosexual. Gil de Biedma, a mi parecer, fue el poeta español más influyente de la segunda mitad del siglo pasado. Su influencia aún se extiende, en la actualidad, a lo largo de la llamada Poesía de la experiencia. Salvo sus lazos familiares, poco, muy poco tienen en común la presidenta de la Comunidad de Madrid y el poeta catalán. Ya se sabe aquello de “la familia no se elige, los amigos sí”.
Pero ahora, eso sí, la Espe es bastante lista, lanza la polémica de las pitadas en la Copa del Rey de fútbol y así desvía la atención sobre el tema de Bankia, el despido libre, las privatizaciones y todas las barbaridades que están cometiendo a sus anchas. Dicho y hecho, en cuanto se hicieron públicas esas declaraciones todo el mundo empezó a comentar en las redes sociales, informativos y tertulias la dichosa historia de los pitidos y el fútbol. 
Pero la realidad no se puede ocultar, y lo cierto es que los estudiantes están en las calles protestando, que los mineros están cortando carreteras en Asturias, que el sector de los profesionales de la Educación se está movilizando y los de la Sanidad se concentran a diario en las puertas de los hospitales. Habría que pitarle al Gobierno, además de al himno. 

 Miguel Ángel Rincón Peña