13 oct 2011

CRISIS Y DISCAPACIDAD

Cuando existe una crisis económica como la que azota a occidente, y concretamente a nuestro país, los que sufren las consecuencias, como se podrán imaginar, siempre son los sectores sociales más vulnerables. Porque sus señorías los políticos, los banqueros, los grandes empresarios, los terratenientes, etc., tienen todos sus necesidades y sus privilegios bien cubiertos. El problema viene cuando las personas que tenían un trabajo se quedan desempleados y pasa el tiempo y siguen en paro, se les termina la prestación y se dan cuenta de que el Banco, que tantas facilidades les ofreció a la hora de abrir una hipoteca, ahora les desahucia por falta de pago. Eso, amigos míos, es un drama que están sufriendo miles de personas, vecinos, familiares y amigos nuestros. Sin duda es una injusticia, pero esa injusticia se multiplica cuando los afectados son discapacitados.
Uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad son las personas con algún tipo de discapacidad. Muchas empresas han dejado de contratar a personas con discapacidad porque ya no les llegan las ayudas, imaginen la situación, doblemente afectadas por una crisis que han creado los de “arriba” y que sufren los de “abajo”.
Pero la cosa puede empeorar cuando hablamos de educación y discapacidad. De forma casi velada, las instituciones públicas están recortando subvenciones y becas al alumnado sin razón aparente. Es indignante que esos políticos que cobran sueldos astronómicos con sus pagas extras, sus coches oficiales y sus dietas, manden recortar ayudas a proyectos para la educación especial. Terapias que antes beneficiaban al alumnado con necesidades educativas específicas, ahora han sido eliminadas por falta de subvenciones económicas. Las diversas asociaciones y colectivos de discapacitados están lanzando la voz de alarma ante esta situación y piden que el peso de la crisis financiera actual no recaiga sobre las personas más vulnerables, en este caso, las discapacitadas.
Vivimos en un Sistema injusto que antepone el beneficio económico al bienestar de las personas, por lo tanto, tendríamos que plantearnos seriamente sustituir este Sistema indigno por otro donde las personas seamos personas y no mercancía o códigos de barra.

Miguel Ángel Rincón Peña.