13 abr 2011

14 DE ABRIL

Hoy es jueves, día 14 de abril. Esta es una fecha que a algunos les podrá sonar a chino mandarín, pero para otros, significa una fecha histórica para este país.
Hoy hace exactamente 80 años que se proclamó la segunda República española tras las elecciones celebradas después de la dimisión del dictador Miguel Primo de Rivera y de la salida del Rey Alfonso XIII (abuelo del Borbón actual).

No voy a hablar aquí de los grandes avances que conllevó la República, que no fueron pocos, ni de los nuevos e importantes derechos que adquirieron a partir del 14 de abril de 1931 todos los ciudadanos. Tampoco comentaré nada sobre la Constitución republicana, una de las más avanzadas de Europa (y por ende, del mundo). De lo que me gustaría hablar en este artículo, es de la determinación con que actuaron las personas de aquella época. A pesar de los caciques y terratenientes, a pesar de la Iglesia y de una parte del Ejercito, a pesar de todas las trabas, los trabajadores se echaron a la calle pidiendo una república que impartiera justicia y libertad.
En los años 30, la justicia y la libertad eran palabras vacías y los trabajadores, los intelectuales y las fuerzas progresistas pedían un nuevo sistema que rompiera con la Monarquía, con dictadores fascistoides, con una Iglesia conservadora y con tantas injusticias cometidas desde el Poder.

En la localidad de Eibar fue donde se izó por primera vez la bandera republicana (roja, amarilla y morada). Muchos años después, esa bandera sería un verdadero símbolo de libertad, pues la tricolor lleva la sangre de los que lucharon contra el fascismo en España y en Europa.
Muchos somos los que pensamos que este país necesita una tercera República que traiga nuevos aires, que recupere los derechos (y los deberes) perdidos, y que se proclame como una verdadera democracia igualitaria. La idea de una Andalucía dentro de una República Federal Española sería algo tan histórico como necesario.
El modelo de sistema capitalista está agotado y esta crisis es la muestra. Qué más le tiene que pasar a esta ciudadanía, entrampada hasta las cejas, hipotecada, manipulada y engañada para que salga a la calle pidiendo un Estado nuevo, como hace 80 años.

Miguel Ángel Rincón Peña