9 jun 2010

ASAMBLEAS DE PARADOS

En estos tiempos inciertos y confusos, en los que el Partido Popular, en palabras de Cospedal, dice defender los derechos de los trabajadores, en los que la huelga de funcionarios del pasado día 8 fue un fracaso ganado a pulso por los sindicatos mayoritarios, en estos tiempos en los que el Eurogrupo exige a Zapatero que prepare aún más medidas de ajuste, en los que una reforma laboral se nos viene encima…
En estos tiempos en que el desempleo se traduce en más de cuatro millones de parados, por fin parece que la gente se está uniendo. Cada vez son más las noticias que nos llegan de la unión de trabajadores desempleados que se constituyen en las llamadas Asambleas de parados. Todo un ejemplo de reivindicación, de lucha y de dignidad.
Tuve la suerte que asistir a una de las reuniones que una de estas asambleas hizo para informar sobre sus actividades. Una treintena de personas desempleadas decidieron dar un importante paso y organizarse para defender sus derechos, ya que los sindicatos y partidos políticos son incapaces de hacerlo. Es lo que se llama, la acción directa.
Aunque cada vez son más las personas que se organizan en estas asambleas, aún falta mucho camino por recorrer hasta concienciar a las demás, esas que, estando desempleadas, siguen sentadas en el sillón, cobrando las ayudas del Estado y viendo la tele. Coincido con los asamblearios cuando afirman que ya está bien de indiferencia, que es hora de decirle al gobierno local, a la Junta y al gobierno central que tras los datos del paro no hay números sino personas y que esas personas reivindican algo tan fundamental como el derecho al trabajo y a un sueldo digno con el que poder vivir.
Seguramente, el próximo viernes, día 11, se nos pasé el disgusto de la crisis, porque comienza el tan esperado Mundial de Fútbol 2010 de Sudáfrica. Un espectáculo que seguiremos pegados a las pantallas, animando hasta quedar sin voz a una selección de jóvenes millonarios que se dedican a pegar patadas a una pelota de cuero con la finalidad de colarla entre tres palos y una red. Paradojas de la vida.

Miguel Ángel Rincón Peña