15 abr 2010

LIBROS

Ebook, ecolibro o libro digital, esos son los nombres del libro electrónico que tan de moda quieren poner los que manejan el cotarro editorial y electrónico.
Últimamente han aparecido en la publicidad (hasta en los telediarios) los nuevos aparatos lectores digitales con extraños nombres (iPad de Apple, por ejemplo) y con nuevas funciones y características para engatusar al público lector. Las editoriales empiezan a editar y a comercializar los libros en formato digital. Cualquier lector puede acceder a la obra de su escritor favorito mediante un simple clic en el ordenador. Sale más barato y más cómodo.

Los grandes “gurús” de la informática nos dicen diariamente que los tiempos están cambiando y con ellos, la manera de concebir ciertas cosas. Dicen que el libro y el lector son conceptos que están cambiando, y evolucionan hacia un mundo electrónico, donde el papel no tiene lugar. El libro electrónico abre fronteras y ofrece una distribución nunca vista. Una pequeña editorial que publique un libro en Murcia, ahora lo va a poder vender en todo el mundo gracias al ebook y a Internet, cosa que antes, con el libro impreso era imposible a tenor del gasto económico que supone. Ahora las librerías serán virtuales y ofrecerán una amplísima gama de libros con cosas tan innovadoras como los comentarios de otros lectores, reseñas, entrevistas, diferentes fotos del autor, etc. Sin duda, un mundo a nuestro alcance por descubrir.

Es comprensible que, como dicen algunos, los tiempos cambian y en el mundo informático cambian a una velocidad de vértigo, lo que hoy es novedad mañana es arcaico. También es comprensible que nos debemos de adaptar a las nuevas tecnologías y el libro electrónico forma parte de ellas. Pero qué quieren que les diga, yo, dónde estén los libros impresos en papel, con sus pastas y su olor especial al abrirlo, donde estén esas viejas librerías de calles escondidas en barrios perdidos, que se quiten las nuevas tecnologías. No cambio una mañana de domingo, sentado a la orilla del río, leyendo a Machado bajo un viejo olmo seco, sintiendo el tacto del libro en mis manos, por leer el mismo libro en soporte digital. Qué le vamos hacer, uno nació en el siglo pasado y hay cosas que no se cambian, por muy primitivas que les pueda parecer a los modernos informáticos.

Miguel Ángel Rincón Peña